viernes, 3 de diciembre de 2010

Eddy Martin, el caballero de la crónica deportiva


Con acierto los cronistas deportivos llamaban “El Caballero” a Eddy Martin, pues como tal se condujo ante la vida, quien ya partió a la eternidad para dejarnos su noble espíritu y su colosal ejemplo.

Lo justo de este mote lo corroboro ahora cuando repaso detalles de la obra y vida de este emblemático artífice de la palabra escrita y hablada, y me detengo en un extenso diálogo que sostuve con él en la mañana del martes 28 de octubre de 1997, en Radio Holguín, en uno de sus habituales viajes a esta ciudad para impartir seminarios a jóvenes comentaristas deportivos.

Antonio Eddy Martin Sánchez nació el 14 de junio de 1929 en el poblado de Tamarindo, en la actual provincia de Ciego de Ávila, y con apenas 15 años, en 1944, comenzó a dar sus primeros pasos en la radio, momento que recuerda con nostalgia: "comencé en un noticiero deportivo de una de las tres emisoras que había en aquellos años en Ciego, la CMJH, conocida como La Voz de la RCA Víctor. El dueño de esta era un señor llamado Luis Maraudi, vendedor de seguros de vida, que la utilizaba para poner discos por la noche, junto a su esposa, en los momentos de ocio, entonces un hermano mío, un año mayor que yo, le propuso hacer un noticiero deportivo, y él aceptó.”

”Inmediatamente mi hermano, un vecino nombrado Rafael Gavilán, que luego sería narrador deportivo conmigo en la televisión, y yo comenzamos a realizar este noticiero que salía a las nueve y treinta de la noche. Imagínate qué actividad deportiva podía haber entonces en Ciego de Ávila, acaso uno o dos juegos de pelota el fin de semana, pero como yo iba al Instituto por la mañana y mi hermano por la tarde, yo buscaba las noticias a través de los noticieros que se trasmitían en las emisoras de La Habana, casi siempre alrededor de las seis, luego redactaba las noticias y ellos la leían, ahí comencé a hacerme mecanógrafo…”

Aunque tendría que esperar tres años para poder lograr los primeros ingresos por su trabajo en la radio, Eddy recuerda una anécdota simpática que le permitió ganar un peso y veinte centavos, la primera vez que leyó el noticiero “… ocurrió que esa noche se celebraba en Ciego un cartel de boxeo donde pelearía Ciro Moracén, en esa época toda una celebridad en el mundo pugilístico, contra Batlin Socarrás. Había un interés enorme por ir a ver el cartel que comenzaba a las ocho y treinta de la noche y entonces mi hermano me dice te voy a dar la oportunidad de que esta noche hagas el noticiero, pero yo le respondí que tenía que darme los 60 centavos que cuesta la entrada y que a ellos se la pagaban, e igual hice cuando Gavilán, que fue el primero en llamarme Martin, me repitió la propuesta …es decir cobré uno-veinte la primera vez que hablé por un micrófono…”

“El hecho de que no se pagara por aquella tarea, unido al poco alcance de la emisora, que sólo se oía alrededor del parque propició que Gavilán, primero, y luego mi hermano abandonaran la emisora, por lo que me quedé yo solo, y al cabo de un año, la abandoné también”.

Esto no constituyó una despedida definitiva de la radio, pues según cuenta Eddy “…a los pocos meses otra de las emisoras avileñas, la CMJO, hace un llamado para que se presentaran los jóvenes que quisieran hacerse locutores, y yo me presenté”.

Eddy adorna sus recuerdos con datos tan precisos que parecen extraídos de un archivo escrito cronológicamente, sólo el estar junto a él desmienten esta suposición.

Sobre aquel momento cuenta: “Por cierto fue muy curioso, el día que llegué me dijo el dueño, Bonifacio Ildefonso: "Usted quiere ser locutor, pues siéntese ahí". Me dio un manojo de papeles escritos a un solo renglón. Me acuerdo que era una tinta color lila, me pidió que leyera y empecé a leer aquellos anuncios comerciales, y al aire me dijo: "Usted puede quedarse aquí haciendo esto, y desde entonces comencé a ir todos los días"....

Durante casi tres años Eddy continuaría haciendo aquel trabajo “por placer”, es decir, sin retribución monetaria alguna, pero él reconoce que “ya me había picado el bichito de la radio, tú sabes como es eso, yo empecé a los catorce años, tenía ya 15 ó 16 años, la etapa de las noviecitas, entonces uno deseaba saludar a una muchachita que quería enamorar, cogías y le ponías un disco, le recitaba un poema…”

Para bien de la radio, la televisión y la prensa cubanas, Eddy había sucumbido ante la magia de aquel medio, del cual sólo lo separaría la muerte.

Sobre aquellos inicios Eddy recuerda: "así me enamoré de la radio, a tal punto que desistí de mi idea inicial de estudiar Medicina para dedicarme a ella, claro, esta determinación también estaba acompañada por la imposibilidad económica de mi familia de costearme la carrera, que se estudiaba en La Habana, y así me hice locutor”.

Martin se mantuvo laborando en Ciego hasta finales de 1948 y con impresionante precisión recuerda: "yo vine a ganar algo en la radio en Ciego a los tres años más o menos, ese algo era que yo buscaba anuncios comerciales, el 50 por ciento era para la emisora y los otros 50 por ciento eran para mí, eran anuncios de cinco, ocho o diez pesos mensuales, que me aportaban unos treinta pesos al final del mes, lo cual me ayudó a pagar mis estudios”.

La presencia en la radio y los anuncios comerciales le permitían algunas combinaciones que le ayudaban a paliar la dura situación de la época “…por ejemplo anunciaba una tintorería y esta me lavaba la ropa de la casa, aliviaba a mi mamá, anunciaba un tren de bicicleta y me daban una bicicleta para moverme en el pueblo...”

Sucesos, nombres y lugares parecen estar grabados en su memoria y listos siempre para ser usados en el momento preciso: “…por cierto, mira, me acuerdo ahora, el tren de bicicletas se llamaba La Gibareña, porque era de un señor, vecino mío, que procedía de Gibara y se llamaba Amado Recio, cuando él monta el tren de bicicletas le digo, yo te anuncio eso por radio, y el aceptó y nos dio una bicicleta para mí y una para el dueño de la emisora, no era regalada, era para usarla, ese era mi transporte”.

En esa época ya eran narradores reconocidos, entre otros, Manolo de la Reguera, Cuco Conde, Orlando Sánchez Diago, y Felo Ramírez, que había comenzado hacía unos dos años en la COCO de La Habana, pero la pretensión de Eddy , que ya en el año 1949 probaba suerte en la capital, era buscar trabajo en cualquier emisora como locutor, sin abandonar la idea de convertirse en narrador deportivo “… y conseguí una suplencia en una emisora que se llamaba Radio Salas que trasmitía las 24 horas del día, la suplencia era de 12 de la noche a siete de la mañana, de locutor, anunciando discos y demás".

Fueron muchas las emisoras radiales por las que pasó Eddy, exponiendo su talento y buscando suerte: “en los primeros años en La Habana laboré en Radio Salas, en Radio Continental (CMBQ), en Radio Nacional (CMCN), en Radio García-Serra, bueno como en 10 ó 12 emisoras”...

La dificultad de mantenerse fijo en una emisora se explicaba por un elemento que apuntó: “la ley laboral decía que un trabajador tenía derecho a la plaza cuando hubiera trabajado seis meses y un día, por lo que los dueños de las emisoras te contrataban verbalmente, y cuando llevabas cuatro o cinco meses te decían ya no me haces falta, y te botaban, para que nunca quedaras como empleado fijo, aunque luego volvieran a contratarte, por eso es que yo saltaba de una emisora a otra”.

En esa época quien se desempeñaba como locutor, tenía, además, que hacer labor de operador, poner los discos, atender el teléfono y hasta garantizar la limpieza del local, sin embargo “el salario era de 75 pesos mensuales, 17 pesos y 26 centavos a la semana, yo tengo varias copias de cheques guardados”

Eddy Martin siempre buscó la vía que lo acercara a la narración deportiva: “cuando estaba ese mismo año en Radio Salas, había un locutor muy famoso en las trasmisiones de béisbol que se llamaba José Antonio Castanedo, que se enferma, y empiezan a mandarme a mi a la pelota por Castanedo, lamentablemente él muere de cáncer de pulmón, y yo estuve ahí unos meses haciendo la pelota de locutor comercial, junto a Manolo de la Reguera.

“Manolo era el narrador, con experiencia desde los años 30, como periodista, jefe de la página deportiva del periódico Avance, y tenía un segundo, Rafael Rubí, que después fue muy bueno también, y yo ahí pude entrar como locutor comercial en dos temporadas; en el fútbol también, que se trasmitía en esa época"...

En 1950 Eddy pasa a trabajar a Radio Continental: “empecé a trasmitir la pelota amateurs, que en ese momento estaba muy caída, y a nadie le interesaba trasmitirla por radio, pero había un señor periodista, Pablo Montesino, dirigente de la Liga Nacional de béisbol amateurs y de la Unión Atlética amateurs de Cuba- que era jefe de publicidad de una firma cigarrera, (cigarros Royal), y como era quien distribuía el dinero de la publicidad de esa firma, se ponía una parte de ese presupuesto para la transmisión del béisbol, y se pagaba él mismo la transmisión, y además se compraba los derechos de la Liga, que le costaban sólo un peso la temporada, así se convertía en el dueño de las transmisiones, aunque tenía problemas de dicción y, a decir verdad, era muy malo como narrador, pero era el dueño de los caballitos”.

Eddy recuerda el debut como narrador de Rubén Rodríguez, “quien fuera luego mi amigo, mi hermano, lo curioso fue que al concluir el partido Rubén me preguntó cómo me oíste y yo sinceramente le contesté: malísimo, en verdad se equivocó muchísimo, y me aseguró que jamás se pararía ante un micrófono, pero, fíjate después llegó a ser una estrella de la narración...”

Esa emisora (Radio Continental) se mantuvo varios años trasmitiendo esa pelota amateurs y Eddy continuó de locutor: “cuando llegaba la temporada beisbolera hacía el turno de cabina y después iba a hacer la pelota, se transmitía en Regla, en el estadio del Cerro, en la Universidad, en el reparto habanero del Vedad, pero Montesino no me daba oportunidad, a mi nunca me dejaba narrar, ahí buscó a Genaro Mejías, durante muchos años periodista de Radio Reloj, y a Juan Ealo, ex pelotero y entrenador, ambos como comentaristas...”

Para quienes anidamos la obstinada vocación de comentarista deportivo, la posibilidad de “narrar” un partido de cualquier deporte se convierte en un asunto de extrema urgencia, sobre todo cuando no se ha debutado, es por ello que cuando se da la oportunidad no puede desaprovecharse.

A Eddy el “chance” se le dio un día cuando se iba a trasmitir un juego de pelota en el estadio de Regla, en aquel momento Galván Lobo hoy Alberto Álvarez, y así lo recuerda: "cuando llegué allí no estaba Montesino, el dueño, no estaba tampoco Rubén Rodríguez, y había ido conmigo un locutor de Ciego de Ávila, que era muy amigo mío, y le dije: "oye, vamos, que tengo un juego de pelota, para lo viera".

“Dicho amigo, estaba parando en mi casa en busca de trabajo, era Miguel Páez, el padre de María Elena Páez, un señor locutor, y cuando llegamos allí y no había nadie digo: Miguelito este es el chance, tú eres el locutor y yo el narrador, y le di la libreta de anuncios a Miguelito, y yo narré y Miguelito hizo los anuncios. ¡oye!, cuando llegó Montesinos en el cuarto inning, lejos de darme las gracias por haberle salvado las transmisión, me increpó, porque me había puesto a narrar… así fue…”

Sin embargo, otros son los recuerdos de Eddy sobre Rubén Rodríguez, quien, como dijera, luego se convertiría, en su amigo, su hermano: “…pero Rubén no, Rubén era distinto, él, por ejemplo, después de aquel suceso, algún día que había oportunidad y Montesinos no llegaba, decía, oye hazte como que yo no llegué y narra tú, y yo narraba dos o tres inning sólo, así fue como empecé a narrar, yo nunca había narrado antes…”

Durante los dos o tres años siguientes Eddy se desempeña como locutor comercial, trabaja en la pelota profesional para varias emisoras, entre ellas CNC (de alcance nacional) y Cadena Roja. En este tiempo aprovecha la oportunidad y aprende a “anotar” los juegos de béisbol y se mantenía al día en todo.

La vocación de narrador deportivo se mantenía latente en Eddy, y ante la negativa de brindarle esta oportunidad en las emisoras, donde laboraba, lo obligaban a continuar buscando opciones: “…la Cadena Oriental de Radio se traslada a La Habana y empiezan a transmitir el boxeo, y un buen día me aparezco a esta emisora y voy a ver al presidente de la cadena, Guillermo Enríquez, locutor de Santiago de Cuba, y me presenté y le dije yo soy locutor, pero quiero ser narrador y no me dan oportunidades, y me preguntó tú has narrado boxeo, y le contesté: ¡Oh!, estoy cansado de narrar, y yo realmente no había narrado boxeo jamás en mi vida; lo que había hecho algunas veces, en Ciego de Ávila, era anunciar las peleas en una cartel”.

En esta ocasión la suerte le sonrió a Eddy, pues Guillermo pretendía viajar a los Carnavales de Santiago de Cuba y accedió a que el joven narrara el cartel del sábado siguiente, cuando el impenitente muchacho se llevó una sorpresa: “¿tú sabes quien era el comentarista que me acompañaría?, Pincho Gutiérrez, una de las personas que más conocía de boxeo en Cuba y en el Mundo (fue el que llevó a Kid Chocolate a sus grandes éxitos en el pugilismo rentado)...”

De su primera experiencia como narrador de boxeo, al lado de Pincho, Eddy Martin recuerda una simpática anécdota que se da al concluir la primera pelea del cartel, entre dos boxeadores debutantes, José García y Ángel García, que luego tomara el nombre de Ángel “Robinson García. “Cuando se anuncia la victoria de Ángel al final del cuarto asalto, yo, fresco, atrevido, digo, este muchacho tiene estampa para campeón mundial, y al darme cuenta de lo que he dicho me quedo callado, pensé he dicho un disparate, pero en ese momento Pincho toma la palabra y ratifica lo expresado por mí, entonces me digo: voy bien…”

Otra sorpresa le deparaba la noche al debutante narrador: “narré ocho peleas y cuando terminé el cartel, le pregunto a Pincho que cómo me había notado en la narración, y para sorpresa mía responde: "oye chico tu eres diez veces mejor que Guillermo, se ve que tienes una gran experiencia…yo nunca había narrado boxeo."

Para Eddy Martin, esos fugaces contactos con la narración deportiva fueron sólo “pininos”, pues según reconoce: “…en realidad ya mi entrada como narrador deportivo es después del triunfo de la Revolución cubana.”

De todas formas los primeros años de la Revolución le brindaron a Eddy Martin la posibilidad de trabajar en históricos sucesos: “…yo estuve como locutor en infinidad de actos, la conversión de los cuarteles en escuelas, los primeros 26 de Julio que se celebraron en Cuba, la comparecencia de Fidel en Naciones Unidas, el viaje de Fidel por todo el continente, a Canadá, Estados Unidos, Argentina, Uruguay. Fui con el presidente Dorticós (Osvaldo) a Punta del Este, con Roa (Raúl) a Santiago de Chile, a la Conferencia de Cancilleres. Ya, prácticamente, había olvidado un poco la idea de ser narrador deportivo, tanto que para mi pasaron los Panamericanos de Chicago en 1959, y no percaté de ello, yo ya estaba dedicado a otra labor…”

La creación del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación, y la eliminación del profesionalismo en el deporte, trae consigo que la casi totalidad de los narradores deportivos abandonarán el país y según expone Eddy: “… sólo se quedó Rubén Rodríguez y surge la necesidad de entrar en la narración deportiva, entonces Llanuza (José), que sabía que yo había hecho algo de narración, me llamó, me solicitó apoyo, y entonces empecé a hacer las dos cosas”.

Durante todo un año Eddy se mantuvo asumiendo las dos tareas, es decir como locutor de actos oficiales, en la cobertura de eventos y como narrador deportivo. Esto provocaba una actividad muy intensa: “…narraba, boxeo, béisbol, baloncesto, lo primero que se hizo, había meses que hacía 24, 25 actos, más mi trabajo en la emisora, y la narración deportiva…”

De aquel año Eddy recuerda lo ocurrido durante la primera Serie Nacional de Béisbol “…a la mitad del campeonato, el cual estaba trasmitiendo, tengo que abandonarlo y me voy a Punta del Este, Uruguay, a transmitir la Conferencia de Cancilleres, a la que asistió el presidente Dorticós”.

Esta fuerte carga laboral, unida a la carencia de narradores deportivos en el país, propició que finalmente Eddy Martin pudiera dedicarse por entero a su mayor vocación, y así lo recuerda “… y ahí es que ya me dedico por completo al deporte, y entonces empiezo a aprender sobre ese campo, pues yo sabía pelota porque jugaba pelota, y boxeo que había hecho algo. El primer día que narré baloncesto, Llanuza estaba detrás de mi diciéndome la jugada; yo no sabía lo que era un dribling, lo que era un gardeo, una falta, nada….ahí empezamos, metidos de lleno en el INDER, buscando gente experimentada. Luego se crea las facultades “Fajardo” y entonces empiezo a tratar con los profesores. Bueno hasta que llegó el momento que ya había que narrar de todo…”

No es mi intención, pues resulta una encomienda casi imposible, reseñar el andar de este recio profesional de la prensa hablada y escrita por siete Juegos Olímpicos, 20 Campeonatos Mundiales de béisbol, seis de boxeo, 11 Panamericanos, 10 Centroamericanos e infinidad de otras competencias deportivas, pero me pareció prudente escarbar en una cobertura realizada a un hecho singular e histórico para los cubanos, como lo fue el vuelo cósmico conjunto cubano-soviético el 18 de septiembre de 1980, protagonizado por Arnaldo Tamayo Méndez y Yuri Romanenko.

Con lógica Danilo Sirio y Ovidio Cabrera, vicepresidentes del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), escogieron a Eddy para participar en esta cobertura, pues, como bien le explicaron, para esa tarea se necesitaba de profesionales que supieran improvisar ante el micrófono, actividad que con frecuencia realizan los narradores deportivos.

Eddy recuerda: ”me solicitaron mantener en secreto la “misión”, fíjate que en las Olimpiadas de Moscú-80 yo me encontraba trasmitiendo un cartel de boxeo para la televisión con Rolando Crespo, cuando fueron a buscarme , y dejé a Crespo solo, para que me presentara en la televisión porque iba a salir el vuelo conjunto de Vietnam y la Unión Soviética, Gorvalkov y Fan-tuan, y me dijeron para que lo trasmitas, y a la carrera, mientras me maquillaba, me estudié algunos cables, y salí trasmitiendo desde los estudios el vuelo, para Cuba, y cuando terminé me dijo Danilo Sirio: ese fue el ensayo, ahora tienes que prepararte para el de Cuba”.

Al retornar de las Olimpiadas, el dos de agosto de 1980, Eddy tomó una semana de receso, para luego comenzar una ardua preparación para cumplir la nueva tarea: "me preparé con Fernando Alcorta (locutor de Radio Progreso) en la Academia de Ciencias, con los conocedores de la materia. Fuimos a la estación terrena de Jaruco, en esos días, el único tema de mi vida era los vuelos espaciales, su historia. Conocí a varios cosmonautas: Leonov, Shatalov, Drigavoid y a la viuda y las hijas de Gagarin, es decir, estuve de lleno en todo eso, primero en La Habana y luego en Moscú”.

Después de esta preparación, Eddy Martin, junto a Alcorta, cumplió con una tarea, hasta el momento única para un cubano, trasmitir la salida del vuelo desde el cosmódromo de Baikonur y el posterior regreso a tierra de los cosmonautas en las estepas de Kazajstán. De esta ultima etapa él recuerda “…tengo la satisfacción de estar entre los primeros que llegó donde estaban Tamayo y Romanenko, porque me había preparado físicamente, corría diariamente 10 y 12 kilómetros. Aún con un invierno de dos grados en Moscú, salía por la mañana a correr, pues me decían que el helicóptero nos dejaría a dos kilómetros, realmente nos dejó más o menos a uno, pero fui de los primeros en llegar. Fue una tarea muy bonita sobre un hecho que quedó para la historia”.

Otros temas fueron tratados en el ameno diálogo con aquel hombre, cuya memoria parece ser un río infinito, donde las anécdotas, como afluentes, van aumentando su caudal, y entre estos estuvieron la preparación de un libro sobre la historia de la narración deportiva en Cuba, sobre el cual me dijo tener algunas cosas escritas, pero se sentía preocupado por algunas “imprecisiones” detectadas y la aguda escasez de testigos presénciales de los primeros años.

En los años siguientes Eddy Martin recibiría, con total merecimiento, reconocimientos tales como el título de Héroe del trabajo de la República de Cuba, el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, el Premio Nacional de la Televisión Cubana y la Réplica del Machete de Máximo Gómez, entre muchos otros.

Todos estos reconocimientos los recibió con sano orgullo, pero ninguno envanecieron su carácter, pues Eddy llevaba consigo la sencillez y humildad de un hombre nacido en el campo, el conocimiento de quien ha cultivado con acierto el Periodismo por 60 años y la nobleza de un verdadero caballero.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio